El baile estereotipado de los jarochos es el "zapateado" o son jarocho, que se acostumbra en exhibiciones de todo el territorio de Veracruz. Se toca con música de jaranas, requinto, arpa, pandero y quijada de burro entre otros instrumentos y se baila sobre un escenario, zapateando. En algunas danzas como La bamba, El colás, El torito, La bruja, El tilingolingo, etc., se utiliza alguna temática en específico.
La música
Aunque se acepta comúnmente que los sones jarochos tienen un origen campesino (rural), su irradiación corresponde, básicamente, a las ciudades y, más concretamente, a la ciudad de Veracruz. Para enterder esto, hay que tomar en cuenta que cuando el son empieza a tomar "carta de naturalización" como expresión veracruzana (sobre todo a partir de mediados y finales del s. XVIII y todo el XIX), la ciudad más importante del Estado ya era, precisamente, Veracruz, en la que se conjuntaban todas las manifestaciones artísticas (formales y populares) de la entidad. Si la temática tradicional de la música tiene un origen indudablemente indio y rural (animales, costumbres, paisajes, accidentes geográficos, etc.), lo cierto es que en el son jarocho, como en casi ninguna otra forma musical de México se conjuntan las tres raíces étnicas: la india (por lo dicho), la negra (en los ritmos) y la europea (en los instrumentos y armonías).
Hay sones jarochos originados en los inicios y mediados del siglo XIX que se han popularizado por todo el mundo; entre los más conocidos están: La bamba, El colás, El siquisirí, El Balajú, El aguanieve, El buscapiés, El jarabe loco, El zapateado, El toro zacamandú, Chuchumbé, La petenera, La llorona, La guacamaya, La iguana, La bruja, El palomo y la paloma, entre otros, los cuales siguen interpretándose.
En los últimos años ha surgido una corriente de jóvenes músicos, algunos pocos con formación académica, que han retomado las estructuras del son para recrearlas y dar al Son una nueva vitalidad, combinando instrumentos "no tradicionales", ritmos afrocaribeños y armonizaciones más complejas. Por lo general, este tipo de música es más para escuchar, por lo que no necesariamente tiene que ser bailado (en los fandangos, por ejemplo). Los sones se dividen, por su tonalidad, en sones en modo menor y modo mayor, y por la forma en que se bailan, en "sones de montón" y "sones de pareja"; se bailan también huapangos, (del náhuatl: cuauhpanco = sobre la tarima) aunque estos son más bien originarios de las huastecas, al Norte del Estado de Veracruz. También son populares los bailes tropicales de origen afrocaribeño, llegando a arraigarse al grado de ser ya tradicional y típico el danzón.
Una de las corrientes culturales pugna por la no comercialización (en su sentido peyorativo) del son jarocho, retomando los fandangos de inspiración campesina y la versada con su mundo ritual, tratando de enraizarlos en lo tradicional. Sin embargo, al no aceptar una natural evolución, esta corriente lleva el riesgo de agotarse por repetición y estereotipo y, finalmente, desaparecer.
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